«Pongo en el desierto un camino», dice Isaías. Pero es difícil encontrar ese camino cuando acabamos de pasar por una pandemia y nos vemos amenazados por una guerra y una crisis que vienen a sumarse a muchos otros dolores que hay en el mundo. 

Y sin embargo, por grande que sea la oscuridad que nos rodea, la luz es más poderosa, y es verdad que hay un camino en el desierto, y ríos en el páramo. Algo nuevo está naciendo.

Convencidos de que sí hay esperanza, más de 200 agentes de pastoral de toda España, profesores de Religión y representantes de instituciones educativas participaron en la V Jornada Pastoral In & Out, organizada por la Fundación Edelvives el pasado 26 de marzo. Un evento que se celebró de manera presencial (por fin, después de dos años) en Madrid y que fue acogido con alegría: «Era necesario un encuentro de esperanza y vitalidad», aseguraba uno de los participantes.

La jornada se tituló ‘Start’, precisamente como una llamada a iniciar una nueva etapa. Este concepto estuvo presente en todas las intervenciones: desde el obispo José Cobo al rapero Grilex, pasando por expertos en educación, en pedagogía, maestros, psicólogos, profesores, comunicadores… Voces diversas con variedad de recetas y claves para encontrar y recorrer ese camino en el desierto y, lo más importante, mostrarlo a otros.

Todavía hacía frío y llovía ligeramente cuando los participantes en la Jornada In & Out 2022 llegaron al Auditorio Rafael del Pino a las 9:30 h, y a Migueli le costó un poco calentar el ambiente, y eso que empezó con el maravilloso estribillo «Pero te tengo que decir que ya no puedo vivir sin ti». También María García, periodista de la Oficina de Prensa de la Conferencia Episcopal Española y conductora del evento, confesó que se había puesto un jersey rosa para darle un poco de color al día. Hasta ese punto se cuidaban los detalles.

Las redes sociales empezaban a llenarse de frases y fotografías de #InOut2022. El mensaje se iba difundiendo.

Primera mesa redonda: Dolors García, de Escuelas Católicas, habló a favor de la interioridad y de seguir creando espacios en la escuela para facilitar el encuentro con Dios. El profesor Josep Otón también señaló la interioridad como punto de partida para la sinodalidad: desde el conocerse uno mismo, escuchar al otro y, juntos y comprometidos, avanzar. María Gómez y Javier González, de la agencia ARAS Comunicación · Marketing · Publicidad aportaban claves desde el punto de vista de la comunicación: el mensaje llegará en la medida en que seamos capaces de adaptarlo a los destinatarios y en función de la apuesta que las instituciones hagan por profesionalizar esta área.

Dolors propuso un sencillo ejercicio de interioridad: guitarra en mano, luces tenues y una suave entonación: «Qué bien, qué bien, qué bien sé yo la fuente que mana y corre aunque es de noche».

Apenas había rasgado el último acorde cuando del fondo de auditorio surgieron dos chavales y, sobre una base musical grabada, empezaron a rapear. Grilex (nombre artístico del joven Guillermo Esteban) y su hermano subieron al escenario. Interpretaron dos temas y, entre medias, Grilex hizo un alegato firme y apasionado: «Ustedes son apóstoles del siglo XXI. No tengan miedo. Los jóvenes necesitan acompañamiento, ser escuchados, no consejos». Era la sorpresa de la mañana y supuso, de alguna manera, un punto de inflexión.

El auditorio volvió a iluminarse y aparecieron los integrantes de la segunda mesa redonda: el psicólogo y coach Juan Bellido y los doctores en Psicopedagogía Eva Peñafiel y Juanjo Rabanal, los tres colaboradores habituales de Fundación Edelvives y de muchos de sus proyectos: Ediciones Khaf, Up!family…

Y tienen tanta experiencia en el ámbito educativo y en la formación, que apenas tuvieron que hablar para ganarse al público. Y es que, además, el tema que trataron es capital para su día a día: la educación de las emociones, tanto en el aula, como en la familia. Cuidado con lo que decimos a los niños, porque, por breve que sea nuestro encuentro con ellos, vamos a escribir una página en su biografía. Y cuidado con el ejemplo que les damos; es más fuerte lo que hacemos que lo que decimos.

Una visiblemente emocionada Loli García salió para impartir la última charla. Confesó sentirse conmocionada por la cantidad de información que se había dado a lo largo de toda la mañana, pero tuvo la suficiente habilidad para ir resumiendo prácticamente todas las intervenciones e hilándolas con su propia presentación: «Algo nuevo está brotando».

En la pantalla se iban proyectando imágenes mientras la psicóloga, educadora y formadora hablaba del miedo, de las «necesidades universales», de que «estamos cableados para ser empáticos»: «Comuniquémonos qué necesitamos y avancemos juntos. Solo somos felices si nos arropamos unos a otros».

Y un poco después: «No hay nada más esperanzador que el hecho de que alguien te mire a los ojos y te diga: ‘Te veo’. Ahí cambia todo. Todos los alumnos necesitan un ‘Te veo, sé que estás ahí’. Esto es algo que uno puede ir sembrando. Cuando os miréis al espejo, espero que podáis reconoceros como la esperanza que sois».Para entonces, los asistentes ya estaban más que animados. Todos seguían a Migueli, balanceando sus brazos en alto, empezando a digerir todos los aprendizajes de la mañana.
Pero también con ganas de estirar las piernas y ocuparse de otras necesidades más básicas. Era la hora de la comida y ese espacio también se concibió como un momento para el encuentro, en el Colegio Maristas de Chamberí: mesas alargadas, bebidas, aperitivos, tortilla…, hasta tarta… Un fotomatón, para retratar la vida compartida, y un booktrack con algunos de esos libros imprescindibles que hay que leer cuando te dedicas a la educación y/o a la pastoral. Detalles.

Juan Pedro Castellano, director de Fundación Edelvives, cerró la jornada. Junto a él, Óscar Pérez Sayago, secretario general de la CIEC, que representa a 35.000 centros educativos concertados en América Latina y que apuesta decididamente por la educación como herramienta pastoral en el continente.

Castellano subió, como colofón y agradecimiento, a todo su equipo y colaboradores al escenario. Los pastoralistas les dieron un largo aplauso. Han vuelto a sus lugares de origen con una temperatura más suave (en Madrid ya casi quería salir el sol) y el corazón lleno de esperanza. 

Hay desierto, hay Cuaresma. Pero vamos hacia la Pascua. Algo nuevo ha comenzado.