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«La conversación es una de las maneras más bonitas de aprender y conocernos como personas»
«La conversación es una de las maneras más bonitas de aprender y conocernos como personas»
Hablamos con Francesc Vicent Nogales Sancho, autor de «Microrrelatos para familias en apuros» publicado por Ediciones KHAF.

Francesc Vicent Nogales Sancho de pequeño quería ser arqueólogo y luego camarógrafo, pero gracias a los profesores de su hermano, que estudiaba en un colegio de Educación Especial, acabó siendo maestro y reconocido en 2021 como mejor docente de España. No se considera mejor que nadie, pero cree que un buen docente debe ser una persona inquieta, bien formada y con ganas de querer transmitir más allá de las clases y por eso escribe libros como Microrrelatos para familias en apuros.
¿Cómo nace este libro?
Tengo dos hijos maravillosos, Elena y Saúl, y ellos siempre son los que hacen las preguntas, a veces son relativamente sencillas como ¿por qué llueve? Pero otras veces son complejas, sobre el sentido de la vida, la muerte o por qué no siempre nos salen las cosas como queremos. Creo en el poder de la mayéutica, la conversación que hace crecer el conocimiento, y en cómo las palabras nos ayudan a amueblar la cabeza. No es una idea nueva, la escuela ateniense y la escuela romana ya lo trabajaba, por eso creo necesario que las familias tengan una ayuda para afrontar esas preguntas.
Al final el libro trata de dar respuesta a varios temas importantes y cómo afrontarlos con los niños: la separación, los Reyes Magos, ¿cómo se fabrican los niños?, ¿dónde vamos cuando nos morimos?, tener un hermano, el sexo, la guerra, la existencia de Dios, la pornografía…
¿Qué pueden encontrar los lectores en él?
Cada capítulo responde a una pregunta importante, y se inicia con un microrrelato que nos invita a la reflexión. Posteriormente se dan una serie de pautas a los padres y a los docentes, y se deja un espacio para poder ampliar. También se ofrecen otros recursos, como libros infantiles. La idea es que el adulto pueda leerlo previamente, prepararse para afrontar el tema y, a partir de las ilustraciones y del microrrelato, abordar el tema con los menores de una manera natural.
Se trata de un libro de ayuda para todas las familias.
Si tuvieras que resumir el contenido del libro en los tres o cuatro puntos más relevantes, ¿cuáles serían?
Resumir en tres puntos, es una labor compleja, pero vamos allá:
- ¿Tienes hijos? Que sepas que te van a preguntar, y cuando lo hagan dar una respuesta evasiva puede no ser la mejor opción. Este libro te ofrece ayuda para saber responder.
- ¿No sueles hablar con tus hijos? La conversación es una de las maneras más bonitas de aprender y conocernos como personas. Este libro te invita a conversar con los niños, y a generar aprendizaje a partir de ese diálogo.
- ¿Eres profe? Seguro que te vas a enfrentar a momentos complicados de tus familias: la pérdida de un ser querido, un divorcio, problemas de autoestima… Este libro te ayuda a afrontar esas dificultades de una manera óptima.
¿Nos enumeras algunas de esas preguntas incómodas a las que responde este libro con pequeños relatos?
Hay preguntas que son sencillas, como ¿por qué llueve? Pero que si no respondemos correctamente pueden generar desconfianza en los niños y hacer que eviten preguntas otras cosas como ¿os vais a separar? O ¿ya no quieres a mamá? Otras veces la pregunta puede ser ¿por qué se ha muerto la abuela? O ¿por qué dicen que soy una chica?... Otras veces son preguntas que ni siquiera podríamos esperar como ¿Dios existe? O ¿Por qué no tengo un hermanito pequeño? Y algunas muy incómodas como ¿puedo ver porno?
Para todas ellas el libro nos ofrece formas de responder y ayuda sobre cómo afrontar estos temas.
¿Qué valor pedagógico puede tener, desde tu experiencia, el microrrelato en los niños?
Los microrrelatos son un formato de texto muy interesante y poco explorado a nivel educativo. Se trata de textos breves pero que deben dejar una huella reflexiva, que nos inviten a pensar, que nos hagan removernos por dentro.
Creo que, tras la lectura del capítulo por parte del adulto, son una buena manera de abordar el tema con nuestros hijos. Leerlo juntos y reflexionar sobre qué hemos entendido… a partir de ahí surge el diálogo en torno a ese tema complejo.
¿Qué recomendarías a los padres que desean entablar más diálogos con sus hijos y no saben bien cómo hacerlo? ¿Y a otros miembros de la familia?
A las familias que quieren hablar con sus hijos les recomendaría que, en primer lugar, no limiten las conversaciones, que dejen hablar a sus hijos sin cortapisas, a veces los adultos emitimos juicios de valor sobre lo que es correcto o no, y es algo que debemos evitar.
Les diría que no fuercen la conversación, pero si no se genera que traten de incentivarla con una pregunta o de manera transparente. Nos debemos adaptar a la edad de nuestros hijos, pero no infantilizarlos evitando ciertas temáticas a las que los niños ya tienen acceso, aunque queramos mantenerlos en su burbuja.
¿Qué ayuda a las familias a tener una buena comunicación en su seno y qué les dificulta?
La buena comunicación nace de la aceptación de ideas diferentes a las nuestras, si mis hijos sienten que no tienen libertad para hablar, que voy a “enjuiciar” sus opiniones, los diálogos se hacen estériles.
También es importante limitar los tiempos de pantallas, en los últimos años vemos cómo las pantallas se imponen sobre los diálogos. Los padres están atrapados en contenidos multimedia, series y películas por encima de nuestras posibilidades de visualización, y los niños, huérfanos de padres, se ven adoptados por videojuegos vacíos en cuanto a aspectos educativos. Es bueno aprovechar los tiempos en la mesa, desayunar juntos, cenar juntos… y que esos momentos sean para hablar de nuestras vidas, contarles a nuestros hijos cómo es nuestro día a día…

Has recibido el reconocimiento a tu labor siendo nombrado mejor docente de España, en Primaria, por los Premios Educa Abanca 2021. ¿Qué es lo que más destacaron de tu labor profesional en esos premios? ¿Cuéntanos algunas de esas «locuras» que haces en clase y de los proyectos audiovisuales?
Los premios Educa Abanca valoran infinidad de aspectos: la innovación educativa, la investigación, la formación que impartimos a otros docentes, la publicación de textos académicos, la difusión y promoción que hacemos de la educación…
Creo sinceramente que las clases no son un lugar donde hacer locuras, sino cosas contrastadas y efectivas. Las locuras son por ejemplo enseñar matemáticas con escape rooms, hacer juegos en clase, o desarrollar proyectos audiovisuales como «Quart de Poblet, un pueblo para recordar» con el cual trabajamos la enfermedad del Alzheimer junto a las familias y el municipio. No obstante, un buen docente debe creer en lo que hace, estar seguro de ello y buscar la mejor manera de afrontarlo con sus alumnos.
¿Cómo valoras la salud de la educación en nuestro país?
Creo que tenemos un sistema educativo que debe afrontar con serenidad todo lo que está por venir. Cada vez hay menos nacimientos y se debe tomar una decisión: bajar las ratios o empezar a cerrar colegios. Tenemos un amplio número de profesores que se van a jubilar, y debemos afrontar la mejora en los procesos de selección, las oposiciones no eligen al mejor docente, sino al mejor estudiante.
¿Qué tipo de profesores queremos tener en España? ¿Cómo queremos que salgan nuestros alumnos?
Se habla mucho de digitalización, de recursos y herramientas tecnológicas, pero lo realmente importante es la resiliencia, fomentar el espíritu crítico, que los ciudadanos tengan una mente flexible y este libro trata de ayudar a ello, a generar personas dialogantes, que sepan afrontar las dificultades y que se cuestionen el porqué de las cosas.
Nos das alguna pincelada sobre tu visión de la pedagogía terapéutica hoy en nuestros centros.
En los últimos años se ha vivido un intenso debate en los centros de Educación Especial. Parece que ahora, bajo el paraguas de la inclusión, los centros específicos son innecesarios, pero eso es un error. El mayor ejemplo de inclusión lo podemos ver precisamente en los centros de educación especial, ya que preparan a los jóvenes de una manera que nosotros, en un centro ordinario, no podemos hacer por falta de recursos y falta de tiempo.
Promuevo una educación inclusiva, pero para ello hace falta que exista una escuela que dé respuesta a lo que otros no pueden.
Sueles apostar por una mayor implicación de la familia en la escuela. ¿En qué sentido y por qué?
Hoy en día la participación de las familias es un aspecto necesario en los colegios. Por ley, ellas forman parte de la «comunidad educativa», pero sabemos que su participación es muy deficitaria. Participan a nivel informativo, nosotros les informamos de lo que hacen sus hijos, participan a nivel consultivo, ya que se les consultan algunos aspectos, aunque no siempre les demos poder de decisión. Participan a nivel decisorio en algunos aspectos concretos, pero los menos. ¿Qué ocurre con la participación educativa? Nos creemos que hacer que participen es que hagan los deberes de los niños, y no es así. Yo creo que es necesario que entren en las escuelas, que estén en clase de una u otra manera, que acompañen nuestra labor docente, que se sientan niños de nuevo participando con sus hijos en juegos y actividades… Así surgió el libro Escuela y Familia: Misión imposible (Ediciones KHAF) en el que dábamos a los docentes 28 proyectos educativos que podían desarrollar. Ahora, con Microrrelatos para familias en apuros intento dar recursos a esas familias para que usen la palabra y el diálogo.
En la antigua Grecia la familia era el primer núcleo educativo, Sócrates y Platón buscaron la manera de, a partir de las conversaciones y el pensamiento crítico, llevar esa educación más allá. Creo que es hora de recuperar esa escuela ateniense y volver a invitar a las familias al diálogo educativo.
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