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Entrevistamos a Yana Marull, autora e ilustradora de «El árbol del chocolate»

2 abril 2024

La ilustradora y escritora Yana Marull propone un viaje de aventuras al corazón de la Amazonía, para conocer el origen del cacao.

El árbol del chocolate, de Yana Marull, es una obra, de nuestro sello editorial LAUDE, que destaca por sus llamativas ilustraciones y sirve como herramienta en el aula para acercar la ecología y el cuidado del planeta a los adolescentes.

Entrevistamos a Yana Marull, para que nos cuente detalles de este libro.

Háblanos de ti (datos más relevantes de tu biografía, lo que te apasiona en la vida, aficiones, sueños, dificultades, inquietudes…).
Soy periodista, trabajé más de 20 años como corresponsal en Sudamérica. Un corresponsal escribe un poco de todo: economía, política, temas sociales, cultura... Y, en todo ese tiempo, fui especializándome en la temática del medio ambiente, los grandes bosques y todo lo que conecta la Amazonía con el mundo: desde el cambio climático a la economía, su ciencia, la cultura y la poblaciones.

El trabajo periodístico me fascina, principalmente el de los reportajes, porque consigo saciar toda mi curiosidad conociendo y entrevistando a personas, visitando lugares y aprendiendo sobre realidades.
Cuando descubrí que podía aplicar todo eso a los libros para niños y jóvenes y añadir, también, el dibujo, me convertí en escritora e ilustradora. Me encanta la aventura, así que siempre que puedo viajo y acompaño temas interesantes, como el del cacao. Amo el chocolate, andar en la naturaleza, a pie, en bicicleta o en un bote por el río. ¡Y aprender, siempre aprender, mi curiosidad esinsaciable!

¿Cómo nace este libro? ¿Qué te inspiró y por qué este título?
Me inspiró un viaje. Fui a hacer un reportaje sobre ejemplos de proyectos sostenibles en la Amazonía. Y visité a productores de cacao comprometidos con la conservación del bosque y que han creado su propia fábrica de chocolate. La fábrica que aparece en el libro existe, es minúscula y está en un pueblo que se llama Medicilandia. El reportaje se tituló El cacao, un dulce remedio contra la deforestación.

Cuando llegué a casa, mis hijos se quedaron tan maravillados como yo, era una historia real, con ingredientes deliciosos: la mayor selva del planeta, un árbol que produce chocolate, poblaciones tradicionales vinculadas al bosque y una fábrica de chocolate. Decidí que sería un libro y que el título sería ese, «el árbol del chocolate», porque los árboles son la esencia de la selva y es muy importante que se conserven.

El libro tardó unos años y, desde entonces, he hecho varios viajes para encontrar el cacao nativo, el que se encuentra salvaje en el bosque. La alegría de recorrer la selva y encontrar uno de esos árboles cargado de cacao es indescriptible. Ese es el espíritu que intenté llevar al libro.

¿A quiénes te diriges en estas páginas? ¿Es El árbol del chocolate literatura juvenil o puede serlo para todos los públicos?
Desde luego es literatura juvenil. Los protagonistas son jóvenes y ellos mismos son los narradores: tres de la ciudad, una joven indígena y un joven perteneciente a las poblaciones tradicionales amazónicas. El perro del grupo también pone su punto de vista; esa expresión joven y diversa le da mucha fuerza al libro.

Al mismo tiempo, es un libro que, creo, puede funcionar para todos los públicos, el tiempo lo dirá. Un adulto puede divertirse con esta historia. Y se puede leer en familia para los más pequeños; es ideal para unas noches entretenidas porque son capítulos muy cortos y siempre pasa algo.

Tu libro narra una aventura en el Amazonas y explora los orígenes del cacao. ¿Cuál es el punto de partida real de esta historia, si es que lo tiene?


  1. Tras escuchar en la escuela que existe «un árbol del chocolate», cuyo origen es la selva, tres amigos y un perro emprenden un largo viaje en busca de ese árbol: el cacaotero.
  2. El viaje les llevará al corazón de la Amazonía, donde encontrarán nuevos amigos que se sumarán a la aventura.
  3. El árbol del chocolate es una novela juvenil de aventuras y amistad, que nos adentra en el mundo fascinante de la Amazonía.

«¿Conseguirán encontrar un árbol entre los 400.000 millones de ejemplares que hay en la mayor selva del planeta?».

Tu libro narra una aventura en el Amazonas y explora los orígenes del cacao. ¿Cuál es el punto de partida real de esta historia, si es que lo tiene?

Mis libros son muy periodísticos, se basan en la realidad, temas que considero universales y actuales y que he investigado profundamente con muchos viajes y entrevistas. La Amazonía, que se retrata en el libro, es real y también sus problemas, poblaciones o el valor que tiene para el mundo: ambiental, social, cultural. También lo que se refiere al cacao y al chocolate son datos reales. Los personajes son todos inventados, pero muy plausibles, podrían existir, y cuentan realidades que existen de verdad.

Hay un elemento que se integra en el libro o puede tener también una lectura separada: uno de los personajes, Flinis, es adicto a los datos, por ejemplo, cuánto mide una anaconda, cómo se hace el chocolate, cuántas especies de mamíferos hay en Amazonía. Por eso, el libro incorpora esas anotaciones de Flinis, algunas con dibujos, que pueden ser leídas separadamente. Mi hijo es ese tipo de lector, le interesan los datos, puede ir y volver a un libro muchas veces.

Si quieres una visión realista de la Amazonía de hoy, está en los entresijos del libro y también en las anotaciones de Flinis: las poblaciones, las problemáticas, como la deforestación o cómo vive la gente, por qué la Amazonía ayuda a salvar el planeta.

El dulce hilo conductor del libro es el cacao. Este es un árbol autóctono de la selva amazónica y los bosques tropicales de América, el cual desempeña un papel fundamental en la cultura, la ecología y la conservación de la naturaleza. 

El libro también puede leerse a través de las ilustraciones: son muy realistas, en los colores y en ese retrato de la selva, a la vez que entretenidas. Es verdad que una imagen vale mil palabras. Conocemos animales, la vegetación, como se siente estar allí, como es un incendio en la mayor selva del planeta. Y claro, también están las fantásticas máquinas de la fábrica de chocolate.

¿Deberían estar más presentes en el ámbito educativo lecturas como El árbol del chocolate para que las futuras generaciones protejan el patrimonio natural ycultural?

Sí. A los chicos les gusta entender el mundo en el que viven porque es fascinante. A las escuelas les interesa mucho tener esos materiales porque, a veces, es difícil entender o explicar esos temas, especialmente de una forma realista, entretenida, creativa y actual. Pero, pocas editoras se atreven. Yo siempre pienso, al escribir, en lo que me hubiera gustado encontrar para mis hijos, en las librerías y en las escuelas.

Tus reportajes medioambientales despertaron en ti la pasión por la preservación del ecosistema y las culturas indígenas. ¿A qué aspiras con esta obra? ¿Qué buscas transmitir a los más jóvenes?
La fascinación por la naturaleza en su estado más puro y el conocimiento: quien vive allí, cómo funciona un bosque, cómo un árbol puede crear lluvia. Cuando nos interesamos por esos temas y los entendemos, los incorporamos, y, entonces seguramente, nos comprometeremos a proteger la naturaleza.

El árbol del chocolate y este viaje por el Amazonas es una invitación a cuidar y actuar por el planeta. ¿A qué desafíos ambientales nos enfrentamos los humanos? ¿Cuáles crees que puede ser nuestra aportación para garantizar un mundo más sostenible y equitativo?
Vivimos una crisis climática que nos afecta a todos y también estamos acabando con la naturaleza, la biodiversidad que existe en el mundo, el agua. Y esos dos temas están interrelacionados. Los grandes bosques son esenciales en el combate al cambio climático, retienen el carbono que calienta el planeta, nos proveen con agua que enfría la atmósfera. Esos bosques son también el hogar de poblaciones milenarias y de la mayor biodiversidad de la tierra.

Todos somos parte en la decisión del mundo en el que queremos vivir y las prioridades.Y podemos actuar en los niveles que queramos. Somos consumidores que podemos decidir qué chocolate compraremos, si respeto el medio ambiente y a las poblaciones que produjeron el cacao. Podemos un día convertirnos en científicos, políticos o economistas, que se preocupen por esos temas, escritores o artistas. Todo cuenta y mucho.

Ahora resides Alemania, pero estuviste más de dos décadas en Ecuador, Venezuela y Brasil y conociste sus respectivas culturas y los problemas ambientales a los que enfrentan. ¿En qué proyectos de preservación medioambiental sigues implicada?

Trabajo con una ONG que se llama Rioterra, está ubicada en la Amazonía brasileña. Desenvuelven proyectos para la conservación del bosque, mejora de las condiciones sociales para las poblaciones y reforestación. Mi función es abrir puertas aquí en Europa para esos proyectos.

Continuo viajando a Sudamérica y a la Amazonía, con proyectos de investigación para mis libros y con trabajo voluntario con el Instituto de Parques de Brasil (ICMBio) con escuelas y jóvenes, en áreas remotas, porque mi trabajo con libros nace precisamente del objetivo de dotar de herramientas a las escuelas para trabajar esos temas. En Alemania, donde vivo, llevo también esos mismos temas a las escuelas.

¿Tienes previsto escribir más libros relacionados con el medioambiente y la sostenibilidad?
Si, continuo en esa área. Estoy trabajando en algunos libros ilustrados, para menores, con temas relacionados con la naturaleza, basura, comida saludable... Y proyectos con ONGs, enfocados en la educación ambiental.